
Al pricipio me limitaba a comer, royendo y masticando tan felíz, siguiendo los dictados de mi gusto. Pero pronto empecé a leer, un poco por aquí, otro poco por allí, en los bordes de mis comidas. Y según transcurría el tiempo fuí leyendo más y masticando menos, para terminar pasándome prácticamente todas las horas de vigilia leyendo y comiéndome sólo los márgenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario