Deja tu cuerpo moviéndose al ritmo del placer...

Me muero por besarte, por rodearte con mis brazos llenos de deseo hacia ti, por acariciar tu cuerpo entero, por llegar a tu ternura y a tu pasión, por amarte.Tu voz... esa que me susurra un "te amo" y hace callar la mía....esa que anhelo sentir junto a mi.. y está tan lejos.

Lluvia.

Lluvia.
Me gustan los días de lluvia. Me recuerdan a ti.

jueves, 10 de junio de 2010

With you.


Me gusta verte dormir, tranquila, relajada, a mi lado.

Me gusta espiar tus sueños y observar cómo el diurno e interrogador ojo continúa igual de vivaz pese al telón de piel y carne que ahora lo cubre.

Me gusta observar el hinchado de tu pecho: gradual y constante, como una cálida y casi eterna marea empeñada en remojar mis desnudos pies, una y otra vez.

Me gusta, sobre todo lo anteriormente recordado, escuchar tus incipientes gimoteos y cómo balbuceas inconexas sílabas, asemejándote a un cachorrillo indefenso y abandonado.

Es en esos momentos, cuando te susurro un casi inaudible "ven conmigo", cuando tu mano, casi en un acto reflejo inconsciente, busca acomodarse entre mi pecho y mis brazos, cuando todo tu cuerpo yacente, se aproxima buscando mi calor, cuando me siento dueña y señora de una parte de esa entrega.


Es entonces cuando mi orden se transforma en súplica, en ruego, en una necesidad vital de parar el tiempo. Me niego a que continúe el odioso tic-tac de este segundero maldito. No quiero que la llegada del alba nos arroje a un nuevo día de aburridas rutinas, de sosos sinsabores y de apáticas costumbres.

¿Por qué no se me ha otorgado la capacidad de parar el transcurrir de los astros?

¿Por qué siendo parte y todo de la Diosa Madre no recordé en el momento de parirme a mí misma que el tiempo podía convertirse en el mayor enemigo dentro del mundo corpóreo al que me veía abocada?

Es en ese instante, cuando un tímido rayo de sol, después de viajar atravesando universos, se empeña en azotar mi mirada -hasta entonces subyugada por la magia de este rostro que un día decidió mirar en mi misma dirección y anclarse en la bahía de mi vida-, es ahí, en este segundo tan odioso como esperado, cuando rompo la inmovilidad que me atenazaba y cuando mis labios, como sépalos de un orgiástico cáliz, se entreabren sobre un pedazo de esa piel que siento como mía, aunque viva fuera de mi propio ser.

Y es este gesto, este leve roce de pieles y de humedades, esta caricia casi prohibida, este secreto choque de existencias, el que me vuelve a elevar hasta mi propio cielo, al que siempre pertenecí y del que jamás he salido, puesto que yo soy el Todo y Todo está en mí.

Ahora ya no importan rutinas, costumbres, sinsabores. Ahora el tiempo pasa de cruel enemigo a personaje anecdótico porque, como cada mañana, vuelvo a sentirme yo: suprema, eterna, invencible...

Ahora me atrevo a mirar, descarada, al rayo que continúa, inflexible, sobre mi frente. Ahora le sonrío: al fin y al cabo, sin mi persona, continuaría siendo un simple haz de fotones y no habría testigo alguno ni de su calor ni de su poder.

Ahora acompaño con el ritmo de mis pensamientos al tic-tac acompasado que canturrea desde el reloj: tiempo amigo terrenal, hace fuerte mis manos y acompaña a ésta, tu dueña, en el transitar de su vivencia actual. Ahora ya nada existe ajeno a mí.

Ahora, amaneciendo juntas, ambas sabemos que SOMOS.

Ahora ya no existo ajena a nada.

Ahora, con la simplicidad de un suspiro, he recordado qué SOY.

1 comentario: